Rodrigo Martín Floro Soler

 

El pasado viernes 5 de febrero, el gobierno de Podemos y PSOE, junto con una serie de economistas como Thomas Piketty firmaron un informe en el que se pedía al BCE la cancelación de parte de la deuda pública que tiene en su balance, de la cual a España se le cancelaría deuda por un importe de 300.000 millones.

Esta petición no es nueva, sin ir más lejos hace apenas unos meses un miembro del gobierno italiano exigía la cancelación de la deuda pública emitida durante la pandemia, fue tal la irresponsabilidad del comentario que rápidamente otros miembros del ejecutivo italiano tuvieron que contradecir esas declaraciones.

 

 

Debemos señalar primero de dónde venimos.

España (a la vez que otros países) ha estado financiándose durante años a tipos de interés artificialmente reducidos, esto significa que las políticas del BCE son las responsables de que se haya abaratado tanto el coste de financiarse para países como España. El tipo de interés del dinero en la zona euro se ha mantenido durante años en el 0%, mientras tanto España ha podido emitir bonos a 10 años a tipos de interés inferiores al 1% y para plazos más cortos incluso se ha financiado con tipos negativos (esto significa que un inversor pagaba por prestar dinero a España).

Por si todo esto no fuera poco, el BCE, tras años comprando la deuda pública que emitían los gobiernos ese proceso se intensificó de una forma exponencial debido a la crisis del Covid y sólo en 2020 el Banco Central Europeo compró durante 2020 ¡120.000 millones de euros de deuda pública española!

Todas estas herramientas para que España y otros países en dificultades viera abaratada su financiación eran una ayuda para que los gobiernos redujeran el endeudamiento actual y se pudieran llevar cabo reformas estructurales que necesitaban esas economías. Sin embargo, Draghi nunca asumió una posición fuerte y estricta para ligar esas herramientas a que se produjera y la financiación a tipos bajas lo que hizo fue provocar un incentivo perverso para que los gobiernos siguieran con sus políticas de gasto público desorbitado.

 

 

Durante los últimos años pudimos presenciar un conflicto entre los alemanes principalmente y las economías periféricas debido sobre todo a la política del BCE de comprar de forma masiva deuda de los gobiernos de la Zona Euro, y es que para los alemanes, los desequilibrios de los países periféricos no deben verse compensados por la actuación de las autoridades monetarias (esto es que un Estado se endeude por tener un gasto público excesivo y que el BCE compre esa deuda) porque eso lo único que haría sería destruir el valor de la moneda común ya que para esos gigantescos programas de compra de deuda hace falta la impresión de dinero y al aumentar la oferta de este su valor se reduce y los precios de la economía tienden a subir (por mucho que nos digan lo contrario).

Esta amenaza del gobierno español vuelve a poner de manifiesto las tensiones que se pueden producir en la Eurozona debido a que esta vez los alemanes no estarán dispuestos a que se condone la deuda de uno de los países más grandes de la Eurozona. 

Puede que estemos viviendo el principio del fin de la moneda única, no es de extrañar que en esta situación otras alternativas como Bitcoin se hayan puesto de manifiesto de una forma tan rápida.

Si se quiere preservar el futuro de la moneda única, los gobiernos deben ser responsables y cumplir sus obligaciones, no hay soluciones milagrosas, ni la cancelación de deuda, ni volver a nuestra moneda nacional nos evitarían hacer frente a los problemas de nuestra economía, con un crecimiento económico estancado, un paro de media del 17% desde 1980, una nula creación de empresas, o su huida tanto de ellas como de los propios ciudadanos.